Publicado en Abritta, A. (2021), Ilíada. Canto 2. Traducción comentada, Buenos Aires: iliada.com.ar, pp. 166-180.
- Datación e importancia cultural del Catálogo de las naves
- Técnica compositiva del Catálogo de las Naves
- El Catálogo de las Naves en el contexto del poema
- Apéndice 1: La traducción del Catálogo de las Naves
- Apéndice 2: Esquemas de versos con las localidades
- Bibliografía
El Catálogo de las Naves es probablemente el más homérico de los problemas homéricos. En los cerca de trescientos versos que abarca pueden desplegarse todos los debates que caracterizan a los poemas en general: datación del texto, relación con la evidencia histórica, técnica compositiva, lenguaje, integridad del texto (incluyendo posibles interpolaciones), criterios narrativos, concepción metaliteraria, y un largo etc. El Catálogo casi con seguridad es también el más divisivo de los pasajes de la Ilíada (y acaso de toda la tradición): para algunos, es una lista intolerablemente larga de localidades casi siempre desconocidas; para otros, es un despliegue magistral de conocimiento y técnica de un rapsoda extraordinario. Es, por supuesto, usual que los lectores nóveles se inclinen por la primera opción: no solo la literatura y el arte en general contemporáneos no nos habitúan a los esquemas catalogares, sino que el valor cultural del Catálogo en sí mismo nos es por completo ajeno (VER Datación e importancia cultural del Catálogo de las naves).
En el presente texto, me propongo ofrecer un poco de contexto para paliar esta situación, aunque sea picando la curiosidad de los lectores. Dado que me ocupo de los problemas específicos en las notas y comentarios al texto (VER abajo para las referencias), en lo que sigue me dedicaré de manera exclusiva a las cuestiones de carácter general: datación y valor cultural del Catálogo, técnica compositiva y relación del Catálogo con el poema como un todo. Incluiré también dos apéndices: uno sobre la traducción del texto, y otro con la lista de esquemas de verso que el poeta utiliza para enumerar localidades.
Datación e importancia cultural del Catálogo de las naves
Una de las discusiones más extendidas entre los críticos es qué época, si alguna, refleja la descripción de Grecia del Catálogo de las Naves. Una determinación sobre esto, por supuesto, presupone una determinación sobre su historicidad; sin embargo, es indiscutible que el mundo que Ilíada construye no es la Tierra Media, y nadie jamás ha pensado que la existencia de una “Esparta” o de una “Atenas” en el Catálogo sean pura coincidencia. Aun si se quisiera asumir que algunas de las localidades enumeradas son ficticias, es evidente que hay una relación entre la geografía homérica y la real.
Es posible discernir tres posturas más o menos claras respecto a esta cuestión:
- La geografía del Catálogo es un reflejo fiel (de algún punto) del mundo micénico en el que se desarrolló la Guerra de Troya. Es la postura de, entre otros, Burr (1944), Page (1959), Hope Simpson y Lazenby (1970), Hope Simpson (2018) y acaso, aunque es bastante ambiguo en su elección de palabras, Bas. (II, pp. 150-153).
- La geografía del Catálogo es un reflejo fiel del periodo oscuro o el periodo arcaico temprano, en el que se compusieron los poemas. La postura ha sido sostenida por, entre otros, Giovannini (1969).
- La geografía del Catálogo es una construcción poética que no refleja ningún momento histórico específico. Esta posición es la de Kirk (I, pp. 237-240), CSIC (I, p. 131) y González García (1997), entre muchos otros.
Las primeras dos posturas son claramente historicistas. Más allá de los insalvables problemas que presentan ambas para conciliar lo que sabemos de la realidad histórica de los periodos en cuestión con la geografía homérica (sobre lo cual cf. Kirk I, 239, así como numerosos lugares en los comentarios publicados), como demuestra González García (1997), se basan en una aproximación ingenua a la relación entre historia y literatura. Se observó en la introducción al poema en la edición del canto 1 (VER La historia) que un vínculo uno a uno entre eventos históricos y eventos literarios no es esperable: la tradición poética toma de la realidad aquello que le sirve a sus propósitos, y deja fuera todo lo otro. En este último grupo entra sin duda la precisión geográfica. A ningún rapsoda ni, ciertamente, a ningún público de la poesía oral le habrían resultado interesantes, aun si hubieran tenido la capacidad para obtenerlas, las coordenadas exactas de Besa (2.532) o Escolo (2.497), ni tampoco la descripción precisa de la frontera y las relaciones políticas entre los reinos de Argos y Micenas (VER ad 2.559).
Esto no significa, por supuesto, que el Catálogo sea ficción, como ya se observó más arriba. Cada una de las localidades mencionadas, en teoría, podría ubicarse en un mapa, si tuviéramos un conocimiento más profundo de la geografía de la Grecia de los periodos micénico, oscuro y arcaico. No menos de la mitad de las ciudades y pueblos mencionados son identificables, y el número sobre el que podemos hacer conjeturas más o menos informadas supera ampliamente los dos tercios (VER En detalle – Mapeo del Catálogo de las Naves). Pensar que los poetas de manera sistemática habrían incluido en la tradición lugares imaginarios es no comprender la importancia que el Catálogo (y los catálogos) tenían para sus receptores.
Lo que nos lleva al problema del valor cultural del Catálogo, que está ligado de manera intrínseca con el de su datación. ¿Por qué los rapsodas se ocuparon de transmitir durante siglos los nombres de los lugares de origen de las tropas que fueron a la Guerra de Troya? La respuesta se encuentra en lo que hoy llamaríamos “orgullo nacional”: para una localidad, haber participado de la más grande expedición de todos los tiempos era algo de enorme importancia, y la única forma de verificar esa participación era ser mencionado en el poema. La significatividad de esto no puede exagerarse: todavía en el s. V, la inclusión en el Catálogo de una localidad en un contingente era un argumento que podía sostenerse para defender posturas políticas (lo demuestra el famoso debate entre megáricos y atenienses, sobre el cual VER Com. 2.557), e incluso mucho después diferentes pueblos y ciudades reclamaban su presencia en la lista afirmando, entre otras cosas, que su nombre había cambiado o que se habían establecido en otra ubicación (cf. por ejemplo el caso de Hipotebas en Estrabón, 9.2.32, o la discusión sobre Pilos en 8.3.7). De la misma manera que los nobles de época histórica rastrean sus orígenes a los héroes míticos para solidificar la legitimidad de su poder (VER El mito), los pueblos de época histórica se insertan en el Catálogo para enaltecerse.
Esto implica, a pesar de la postura de algunos autores (cf. por ejemplo Hope Simpson, 2018: sec. 5.3), que no hay razones para dudar de que, durante un periodo considerable de tiempo, el Catálogo haya admitido adiciones. Dado que se trata del único pasaje extenso del poema sobre cuya transmisión memorística no puede haber dudas (en lo que respecta a las localidades; VER Técnica compositiva del Catálogo de las Naves), cada vez que un rapsoda, para agradar a su audiencia, incorporara una nueva localidad o pueblo, el verso o versos elaborados podría haber pasado a la tradición y sido reproducidos por otros rapsodas en otros lugares. Especular sobre este proceso de desarrollo es ocioso, porque no tenemos forma de verificar la viabilidad de la hipótesis, pero se trata de un mecanismo de elaboración mitológica muy simple, en el que una historia de base es enriquecida progresivamente con nuevos elementos y datos. Es, sin ir más lejos, la propia naturaleza del texto homérico.
Un modelo de la historia del Catálogo coherente con lo observado hasta aquí es uno que entiende que esta comienza en el periodo micénico, como una lista del origen de los grandes héroes que marcharon a Troya, con seguridad una lista bastante menor que la que conocemos hoy. A lo largo de las décadas y los siglos, generaciones de rapsodas habrían ido introduciendo nuevos versos, nuevos nombres, amalgamando tradiciones locales de manera más o menos inorgánica en un recorrido geográfico por el mundo griego. El poeta de Ilíada habría recibido esta tradición, que contaba con decenas de nombres de ciudades y pueblos, y a partir de ella construyó el Catálogo que se nos ha conservado. El resultado es un mundo extraño, mitológico, que no se condice con ningún periodo preciso del mundo griego pero que, como era necesario dada su importancia, habría sido comprensible para los receptores del poema por lo menos hasta entrada la época clásica.
Técnica compositiva del Catálogo de las Naves
Sea cual sea la postura que uno sostenga sobre la técnica de composición de Ilíada y la épica homérica en su conjunto, la naturaleza del Catálogo de las Naves hace imposible pensar en cualquier otra forma de preservación que no sea la transmisión memorística. Los nombres de las localidades y de los héroes que componen el pasaje no son ni de stock ni aleatorios, y cada uno de ellos está asociado a un contingente en particular en un orden específico (cf. JES y el párrafo que sigue), y omitir alguno de ellos implicaría una considerable falta de respeto por la memoria cultural que el rapsoda debe preservar (VER Datación e importancia cultural del Catálogo de las naves). Por ello es posible detectar en el Catálogo múltiples técnicas que facilitan la reproducción memorística de su contenido (cf. Minchin, 2001: 84-87), tanto a nivel micro, como la presentación de las localidades en grupos reducidos y fijados en fórmulas, como a nivel macro. Más complejo es saber en qué medida las expansiones que atraviesan el pasaje, e incluso la presentación de los líderes, serían variadas de performance a performance, pero el hecho de que en nuestro poema la entrada de Aquiles (2.681-694) se detenga en el detalle de que el héroe no está peleando con los aqueos como mínimo sugiere que el Catálogo era una estructura flexible que podía adaptarse a las necesidades circunstanciales de la versión donde se incluyera.
A nivel macro, el Catálogo está organizado en tres grupos, comenzando desde Beocia en una espiral que abarca el Peloponeso y culmina en Etolia (494-644), saltando desde allí hacia Creta y recorriendo en otra espiral las islas jónicas (645-679), y luego volviendo al continente en un recorrido que rodea el cabo Malea y después va hacia el norte sin un orden claro (680-759). Sobre las razones para la ruptura del orden se ha especulado mucho (cf. Bas. 163-164); sin embargo, más allá de las teorías, es evidente que se trata de una estructura retrogresiva (VER En detalle – La(s) estructura(s) de Ilíada): no hay tres recorridos, sino uno central sobre la Grecia continental que, antes de completarse, se interrumpe para dar cuenta de los contingentes insulares. Que la interrupción se produzca justo antes de la mención de Aquiles no puede ser casualidad: al colocar al contingente de los mirmidones en esa posición clave, este queda resaltado, como corresponde al mejor de los aqueos.
Sobre la técnica de elaboración del Catálogo existen estudios detallados: aparte de los que se encuentran en los comentarios de Kirk (I, pp. 170-177), CSIC (I, pp. 128-130) y Bas. (II, pp. 148-150), es posible consultar los artículos de Powell (1978) y Edwards (1980), además de, por supuesto, el monumental trabajo de Visser (1997). Me limitaré, por eso, a algunas observaciones de carácter general.
La mayor parte de los autores identifican tres grandes tipos de entrada: las que comienzan con la enumeración de ciudades (e.g. “Los que tenían Argos y la amurallada Tirinto”, v. 559); las que comienzan por el nombre del contingente, seguido inmediatamente por el nombre de su(s) líder(es) (e.g. “A los beocios los lideraban Penéleo y Leito”, v. 494); y las que comienzan por el nombre del líder (e.g. “Áyax desde Salamina condujo doce naves”, v. 557). El primer tipo es el más común, mientras que el último se utiliza solo para algunos contingentes pequeños.
Esta variación es apenas una de las muchas que el poeta utiliza para romper la monotonía; de hecho, aunque esto pueda resultar sorprendente, la repetición de estructuras de versos es relativamente extraña por fuera de la mención del número de naves. Así, por ejemplo, de los 69 tipos utilizados para enumerar ciudades (cf. abajo la lista de versos), solo se repiten en sentido estricto (es decir, con repetición exacta de todo excepto los nombres) uno dos veces, dos tres veces y uno cuatro veces. Esta variación es difícil de percibir en español, en particular porque es bastante menor, habida cuenta de la complejidad de traducir cada coordinante griego por una palabra distinta (VER abajo), pero debe haber sido fundamental para reducir la monotonía: el cambio de modelo de verso cambia también el ritmo, la ubicación de las ciudades y epítetos en los versos, la cantidad de localidades mencionadas, etc. Todo esto contribuiría sin duda a mantener la atención del auditorio, que ante una lista sin variaciones podría aburrirse con facilidad.
Más allá de las variaciones, todas las entradas del Catálogo presentan siempre los siguientes datos:
- Cantidad de naves
- Listado de localidades
- Nombre del o los líderes del contingente.
A esto se le pueden sumar los siguientes elementos:
- Cantidad de hombres por nave (de forma específica solo en las entradas de los beocios y de Filoctetes, e inespecífica en la de los arcadios y los epeos)
- Digresión sobre uno de los líderes (VER ad 2.513)
- Digresión sobre otros elementos
Como puede verse, los elementos fijos son aquellos que caracterizan a los contingentes, mientras que los elementos variables solo sirven para romper la monotonía de la lista y agregar diversidad y detalles.
Esta escueta presentación, de más está decirlo, apenas abarca algunos aspectos muy superficiales de la técnica compositiva que puede observarse en el Catálogo. La tradición ofrece al poeta los nombres de los lugares, y acaso una serie de fórmulas más o menos fijas para incluirlos en la lista, pero este tiene gran libertad probablemente para organizar los contingentes y para desarrollar aquello que las circunstancias de cada performance le sugerían conveniente. El Catálogo que conservamos es una obra maestra de variación en medio de un contexto repetitivo, y un muestrario de una cantidad notable de sutilezas con las que el rapsoda podía captar y mantener la atención de su público.
El Catálogo de las Naves en el contexto del poema
Hoy en día, casi ningún autor sostiene que el Catálogo de las Naves es una interpolación en Ilíada, una postura común durante el siglo XIX; al mismo tiempo, hay relativo acuerdo en que el modelo fue desarrollado originalmente para ubicarse al comienzo de la expedición a Troya, no en el noveno año de la guerra. Además de la razón obvia para esto, hay algunos indicios claros para demostrarlo:
- El comienzo por Beocia y, dentro de Beocia, Hiria y Áulide, es mucho más adecuado para el momento en el que los aqueos están reunidos en esas localidades para partir hacia la guerra que para el momento en el que se están formando en el campo de batalla en la Tróade.
- Hay fórmulas en el Catálogo para introducir héroes que, en este punto de la guerra, no están presentes (Filoctetes, Protesilao y Aquiles).
- El Catálogo incluye muchos personajes y contingentes que no tienen ninguna participación en el poema.
Por separado, de cada una de estas razones podría darse cuenta sin gran inconveniente; sin embargo, juntas y en el contexto del canto 2 (VER abajo), hacen casi inevitable la conclusión de que, como con otros varios episodios, el poeta de Ilíada adaptó un modelo de otra parte del mito a la historia de la Cólera de Aquiles.
Esta conclusión motiva las preguntas por qué y cómo. La primera puede responderse con una observación de la estructura mayor del poema (VER En detalle – La(s) estructura(s) de Ilíada): a partir del libro 2, Ilíada ingresa en una retrogresión donde se relatan elementos míticos de los primeros años de la guerra, y, de entre estos elementos, el Catálogo de las Naves sin duda sería uno de los más famosos. Un poema que se propone relatar de forma indirecta la totalidad de la Guerra de Troya, desde su comienzo hasta su cierre, no podía omitirlo.
La evidencia de este retroceso en el contexto del libro es relativamente clara: después del Catálogo, el foco cambia al bando troyano, donde Iris, en la forma del vigía Polites, afirma que “pero nunca tal y tamaño pueblo he visto” (v. 799). En el noveno año de la guerra, semejante comentario es casi imposible de explicar; si el discurso, no obstante, era un episodio habitual del primer desembarco de los aqueos, es por completo entendible.
La prueba de Agamenón que constituye el primer macroepisodio del canto también puede verse como un capítulo del comienzo del poema, en particular porque una prueba de este tipo es esperable en el principio de la guerra, no en su noveno año. Por supuesto, en este caso hay una justificación muy clara e incluso explícita de por qué se realiza en este momento de la historia; no obstante, no es difícil imaginar que, aunque con una maestría que lo disimula, el episodio fue adaptado para el lugar que ocupa.
Nada de esto implica que el Catálogo (ni los demás episodios del canto), como algunos todavía insisten, sea una intromisión inelegante en una historia que estaría mucho más ordenada sin él. Más allá de las adaptaciones superficiales (en particular, las aclaraciones sobre los líderes ausentes), el Catálogo tiene diversas sutilezas que lo convierten en un elemento fundamental de la narrativa. De muchas de ellas me he ocupado en las notas, pero es posible listar de forma preliminar las estrategias más importantes para lograr esto:
- Como observa Marks (2012), el Catálogo tiene una función programática, en la medida en que ofrece un mapa de héroes que a lo largo del poema tenderán a aparecer juntos. Esto es evidente no solo en los casos de personajes con pocas apariciones (VER ad 2.494, 512 y 745), sino también en, por ejemplo, la habitual vinculación entre subgrupos del conjunto Meges, Odiseo, Toas, Idomeneo y Meriones, líderes de una secuencia de contingentes contiguos (de Elis a Creta) en el Catálogo, pero, dada la inclusión de los cretenses, no geográficamente.
- El Catálogo es también un inmenso himno a las Musas que inspiran el canto, como demuestra la alabanza que lo precede y, en particular, la inclusión en su centro de un episodio mítico donde se exalta su gloria (la historia de Tamiris, vv. 594-600). Antes del comienzo del primer día de batalla, una exaltación de las diosas que permiten al rapsoda componer su obra es adecuadísima.
- El Catálogo funciona como la culminación de uno de los temas del canto: la oposición entre los líderes y las tropas (VER ad 2.282 y 488). Dado que, en buena medida, el listado es una exaltación de las segundas que minimiza el lugar de los primeros (cf. Heiden, 2008), el Catálogo funciona como homenaje a las multitudes que el resto del poema invisibiliza sistemáticamente. Si se piensa que el grueso de los receptores pertenecía más al grupo de esa multitud que al de los héroes, semejante homenaje es una forma excelente de ganarse al público antes de entrar en la parte más importante de la historia.
- El Catálogo tiene además una función analéptica y proléptica; analéptica, porque recuerda la situación de la Cólera en la entrada de los mirmidones, algo fundamental en todo lo que sigue; proléptica, porque el lenguaje utilizado para vincular a los líderes ausentes permite que la trayectoria de Filoctetes y Protesilao, reemplazados por un líder inferior que, en uno de los casos, termina muerto (VER ad 2.727), sirva como anticipación de la trama de Aquiles y Patroclo.
- Finalmente, el Catálogo cumple una función técnica en la narración: además de presentar a los personajes, produce un enorme crescendo de tensión antes de la primera batalla del poema, incrementando la expectativa por esta en el público.
Cuando todos estos elementos se combinan y se añade la importancia cultural del Catálogo de la que se ha hablado arriba, la pregunta respecto a por qué se incluye es muy fácil de responder.
Apéndice 1: La traducción del Catálogo de las Naves
La traducción del Catálogo de las Naves es quizás una de las más sencillas en el texto homérico, dada la simplicidad de las estructuras sintácticas y la abundancia de nombres propios. Es fácil, por ello, caer en un procedimiento mecánico, que ignore las sutilezas con las que el poeta intenta mantener la atención de su público. He intentado evitar eso. Para lograrlo, he tratado de reproducir todas las diferencias entre los esquemas que se utilizan para los distintos elementos, hasta las más insignificantes, en el texto. Creo haberlo conseguido con relativo éxito: de los 70 esquemas diferentes en griego mencionados arriba y presentados en el apéndice, en tan solo cuatro grupos (519, 559, 735 y 695=729; 505 y 730; 583 y 633; 607 y 717) no he podido utilizar traducciones distintas (es decir, en español hay 64 esquemas diferentes). Por supuesto, como en griego, las diferencias son muchas veces casi imperceptibles, como una coma en lugar de un “y” o la omisión de una preposición, pero están, y su importancia no debe minimizarse.
Apéndice 2: Esquemas de versos con las localidades
La siguiente tabla presenta los 69 esquemas diferentes que se encuentran en el Catálogo para enumerar localidades. Como puede verse, las diferencias son en muchos casos despreciables; no obstante, incluso la más insignificante de ellas (como, por ejemplo, la alternancia ἔχον/εἶχον) contribuye a la variación en la recitación. La tabla incluye también, por mor de la comparación, las traducciones que he utilizado en cada caso, a fin de permitir al lector verificar la forma en que he buscado mantener las diferencias en la versión española.
Estructura del verso | Traducción | Instancias |
[ciudad] [ciudad] τε [epíteto] | [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 501 |
[ciudad] [ciudad] τε [epíteto] τ’ [ciudad+epíteto] | en [ciudad] y [epíteto+ciudad] y en [epíteto+ciudad] | 739 |
[ciudad] [ciudad] τε [epíteto] τε [ciudad] | [ciudad], [ciudad] y [ciudad+epíteto] | 502 |
[ciudad] [ciudad] τε [epíteto]x2 | [ciudad] y [ciudad], [epíteto]x2 | 560 |
[ciudad] [ciudad] τε καὶ [epíteto+ciudad] | [ciudad], [ciudad] y también [ciudad+epíteto] | 498, 561, 647, 656 |
[ciudad] καὶ [ciudad] καὶ [epíteto+ciudad] | [ciudad] y [ciudad] y [ciudad+epíteto] | 712 |
[ciudad] τ’ ἀνὰ πάντα καὶ ἀμφ’ [ciudad+epíteto] | y por todo [ciudad] y en torno a [ciudad+epíteto] | 575 |
[ciudad] τ’ εἶχον ἠδ’ [ciudad+epíteto] | y tenían [ciudad] y además en torno de [ciudad] moraban | 574 |
[ciudad] τ’ εἶχον καὶ [ciudad] ἐνέμοντο, | y tenían [ciudad] y moraban en [ciudad], | 608 |
[ciudad] τ’ ἐνέμοντο [ciudad] τ’ [epíteto] | y moraban en [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 571 |
[ciudad] τ’ ἐνέμοντο καὶ [ciudad+epíteto] | y moraban en [ciudad] y en [epíteto+ciudad] | 583 |
[ciudad] τε [ciudad] τε [epíteto] τε [ciudad] | y [ciudad] y [ciudad] y [ciudad+epíteto] | 497, 537, 582 |
[ciudad] τε [ciudad] τε [geografía] | y [ciudad] y [ciudad] [geografía] | 533 |
[ciudad] τε [ciudad] τε καὶ [ciudad+epíteto] | y [ciudad] y [ciudad] y también [epíteto+ciudad] | 532 |
[ciudad] τε [ciudad] τε καὶ [epíteto+ciudad] | y [ciudad] y [ciudad] y también [ciudad+epíteto] | 606 |
[ciudad] τε [ciudad] τε, [epíteto]x2 | y [ciudad] y [ciudad], [epíteto]x2 | 648 |
[ciudad] τε [epíteto] | y [epíteto+ciudad+epíteto] | 506 |
[ciudad] τε [epíteto] [ciudad] τε [epíteto] | y [epíteto+ciudad], y [ciudad] y [ciudad] | 508, 538, 640 |
[ciudad] τε [epíteto] καὶ [ciudad] καὶ [ciudad] | y [ciudad+epíteto], y [ciudad] y [ciudad] | 520 |
[epíteto] τ’ [geografía] καὶ [ciudad] ἐντὸς ἐέργει, | [epíteto+geografía] y [ciudad] contienen dentro, | 617 |
[epíteto] τε [ciudad] [epíteto] τε [ciudad] | [ciudad+epíteto] y [ciudad+epíteto] | 570 |
[epíteto] τε [ciudad] ἰδὲ [ciudad+epíteto] | y [ciudad+epíteto] y además [ciudad+epíteto] | 697 |
[epíteto], [ciudad] τε [epíteto] | [epíteto] y [epíteto+ciudad] | 696 |
καὶ [ciudad] εἶχον καὶ [ciudad+epíteto] | y tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 607 |
καὶ [ciudad] ἐνέμοντο καὶ [ciudad+epíteto] | y moraban en [ciudad] y en [epíteto+ciudad] | 633 |
καὶ [ciudad] ἔχον καὶ [ciudad+epíteto] | y tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 717 (=829, en el Catálogo Troyano) |
καὶ [ciudad] καὶ [ciudad] ἔναιον | y en [ciudad] y [ciudad] habitaban, | 593 |
καὶ [ciudad] καὶ [ciudad] καὶ [ciudad], /subordinada/ | y [ciudad] y [ciudad] y [ciudad], /subordinada/ | 594 |
καὶ [ciudad], /subordinada/ | y [ciudad], /subordinada/ | 572 |
καὶ [ciudad+epíteto] [epíteto] τε [ciudad] | y [ciudad+epíteto] y [epíteto+ciudad] | 677 |
καὶ [ciudad+epíteto] καὶ [epíteto+ciudad] | y en [ciudad+epíteto] y en [ciudad+epíteto] | 592 |
οἳ [ciudad] ἐνέμοντο καὶ [ciudad] ἠδὲ [ciudad] | los que moraban en [ciudad] y [ciudad] y además en [ciudad] | 639 |
οἳ [ciudad] ἔχον [ciudad] τε [epíteto] | los que tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 519 |
οἳ [ciudad] τ’ εἶχον [ciudad] τε [epíteto] | los que tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad], | 646 |
οἳ [ciudad] τ’ ἐνέμοντ’ [ciudad] τε [ciudad] τε | los que moraban en [ciudad], y en [ciudad] y [ciudad] | 531 |
οἳ [ciudad] τ’ ἐνέμοντο καὶ [ciudad+epíteto] | los que moraban en [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 605 |
οἳ δ’ [ciudad] ναῖον ἰδ’ [ciudad+especificativo] | los que habitaban [ciudad] y además [ciudad]+especificativo | 511 |
οἳ δ’ [ciudad] τ’ εἶχον [ciudad] τε [epíteto] | Los que tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 559 |
οἳ δ’ ἄρ’ [ciudad] εἶχον [epíteto] | Aquellos que tenían [epíteto+ciudad] | 546 |
οἳ δ’ ἄρα [ciudad] καὶ [ciudad] ἐνέμοντο | aquellos que moraban en [ciudad] y [ciudad] | 716 |
οἳ δ’ ἄρα [ciudad] τ’ εἶχον [ciudad] τε [ciudad] τε | Y aquellos que tenían [ciudad] y [ciudad] y [ciudad] | 676 |
οἳ δ’ ἄρα [ciudad] τε καὶ [ciudad+epíteto] ἔναιον | Aquellos que [ciudad] y [epíteto+ciudad] habitaban, | 615 |
οἳ δ’ εἶχον [ciudad] καὶ [ciudad+epíteto] | Los que tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 695, 729 |
οἳ δ’ ἔχον [ciudad], οἵ τε [epíteto+ciudad] | Los que tenían [ciudad], los que [epíteto+ciudad] | 734 |
οἳ δὲ [ciudad] εἶχον [epíteto] | Los que tenían [epíteto+ciudad] | 569 |
οἳ δε [ciudad] ἔχον καὶ [ciudad] ἐνέμοντο, | Los que tenían [ciudad] y moraban en [ciudad] | 738 |
οἳ δὲ [ciudad] τ’ ἐνέμοντο καὶ [ciudad+epíteto] | Los que moraban en [ciudad] y en [epíteto+ciudad] | 591 |
οἳ δὲ [ciudad] ἐνέμοντο [geografía] | Los que moraban en [ciudad] [geografía] | 711 |
οἵ ῥ’ [ciudad] εἶχον καὶ [ciudad+epíteto] | aquellos que tenían [ciudad] y [ciudad+epíteto] | 632 |
οἵ τ’ [ciudad] οἵ τ’ [ciudad] οἵ τε [ciudad] νέμοντο, | y los que en [ciudad], y los que en [ciudad], y los que en [ciudad] moraban, | 682 |
οἵ τ’ ἄρ’ [ciudad] εἶχον [ciudad+epíteto] | y aquellos que tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 584 |
οἵ τ’ ἔχον [ciudad] [ciudad] τε [epíteto] | los que tenían [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 735 |
οἵ τ’ ἔχον [ciudad+epíteto] | y los que tenían [epíteto+ciudad] | 730 |
οἵ τε [ciudad] εἶχον [epíteto] | y los que tenían [epíteto+ciudad] | 505 |
οἵ τε [ciudad] εἶχον ἠδ’ [ciudad] ἀμφενέμοντο, | y los que tenían [ciudad] y además en torno a [ciudad] moraban, | 585 |
οἵ τε [ciudad] εἶχον ἠδ’ [ciudad] καὶ [ciudad] | y los que tenían [ciudad] y además [ciudad] y [ciudad] | 500 |
οἳ τε [ciudad] ἐνέμοντο καί [ciudad+epíteto] | y los que moraban en [ciudad] y en [epíteto] + [ciudad] | 496 |
οἵ τε [ciudad] ἔχον [geografía] | y los que tenían [ciudad] [geografía]; | 523 |
οἵ τε [ciudad] ἔχον ἠδ’ οἳ [ciudad] ἀμφενέμοντο | y los que tenían [ciudad], y además los que en torno a [ciudad] moraban | 634 |
οἵ τε [ciudad] ἔχον ἠδ’ οἳ [ciudad] ἐνέμοντο | y los que tenían [ciudad] y además los que moraban en [ciudad] | 504 |
οἵ τε [ciudad] ἔχον ἠδ’ οἳ [ciudad] ναιετάασκον | y los que tenían [ciudad] y además los que en [ciudad] habitaban | 539 |
οἵ τε [ciudad] καὶ [ciudad] ἀμφενέμοντο | y los que en torno a [ciudad] y [ciudad] moraban | 521 |
οἵ τε [ciudad] καὶ [epíteto+ciudad] | y los que tenían [ciudad] y [ciudad+epíteto] | 503 |
οἵ τε [ciudad] τε καὶ [epíteto+ciudad] | y los que [ciudad] y también [ciudad+epíteto] | 573 |
οἵ τε [epíteto+ciudad] ἔχον, οἵ τε [ciudad] | y los que tenían [ciudad+epíteto], y los que [ciudad] | 507 |
οἱ τε ἀμφ’ [ciudad] ἐνέμοντο και [ciudad] και [ciudad] | y los que moraban en torno a [ciudad] y [ciudad] y [ciudad] | 499 |
οἵ τε ἄρα πὰρ [geografía] ἔναιον | y aquellos que [geografía] habitaban | 522 |
οἵ τε εἶχον [ciudad] ἠδ’ [ciudad+epíteto] | y los que tenían [ciudad] y también [ciudad+epíteto] | 683 |
οἵ τε ἔχον [ciudad] [ciudad] τε κοῦροι Ἀχαιῶν | y los que tenían [ciudad] y [ciudad], los jóvenes de los aqueos | 562 |
ὅσσον ἐφ’ [ciudad] καὶ [ciudad+epíteto] | cuanto [ciudad] y [epíteto+ciudad] | 616 |
Bibliografía
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